En
Atenas, un importante festival, de tres días de duración, en honor de Dioniso,
que dio nombre al mes Antesterión (Febrero-Marzo), que significa la época del
año en que las flores (anthe) empiezan
a aparecer. Era costumbre poner guirnaldas de flores a los niños de tres años,
y los niños participaban en el festival, acaso porque Dioniso era en algunos
aspectos el dios de la vida y el crecimiento. Al ser el dios del vino, también
lo había en abundancia; el primer día tenía lugar la pithoigia “apertura de las tinajas”, en la que se probaba el vino
nuevo y se ofrendaba en el templo de Dioniso en las Lagunas, en Limnais (las lagunas donde viven las
ranas de la comedia de Aristófanes de ese nombre). El segundo día tenía por
nombre choes, “cántaros de vino”,
siendo el chous un tipo de cántaro de
vientre amplio y curvo, cuello corto y boca en forma de trébol. Se conservan
algunos en miniaturas de pequeño tamaño, y todo hace suponer que se regalaban a
los niños, se bebía abundantemente, y había una procesión en que Dioniso (quizá
personificado por un actor enmascarado) era llevado en un barco montado sobre
ruedas y se suponía que se casaba con la mujer del archonbasileus. Al final de los Acarnienses
de Aristófanes, el héroe Diceópolis se prepara para celebrar la fiesta de los
cántaros de vino, mientras el general Lámaco ha tenido que partir a la guerra.
El tercer día se llamaba chytroi,
“ollas”, en las que se hervía una mezcla de todo tipo de vegetales que se
ofrecían al dios Hermes Ctonio, “del Mundo Subterráneo” en honor de los
muertos, para aplacar su hostilidad. Era un día de mal agüero en que se pensaba
que los espíritus de los muertos (keres)
rondaban la ciudad. Al final del día eran espantados al grito de «¡Marchaos,
keres, las Antesteria han terminado!». (DILIC)
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