martes, 18 de septiembre de 2012

Analistas


En Roma, especialmente desde el 300 a.C. el pontifex maximus registraba anualmente los sucesos sobresalientes en las tabulae pontificum, registros que recibían el nombre de 8annales maximi. Dichas tablas constituyeron los primeros documentos de carácter histórico –Ennio bautizó con ese título (“Anales”) su épica histórica– pero durante mucho tiempo se anotaron sólo datos escuetos y de carácter principalmente sacro (por ejemplo, los nombres de los magistrados del año y la relación de guerras y eclipses). Aunque el propósito de los analistas es guardar un registro histórico, se hace necesario diferenciar las figuras del analista y el historiador. El primero sólo se preocupa por anotar los hechos en forma cronológica y sucesiva. El historiador, en cambio, además de desarrollar una narración y no un simple catálogo de acontecimientos, se interesa por el desarrollo lógico de los hechos, respetando y destacando las relaciones de causa-efecto existentes entre unos y otros. Aulo Gelio establece otra diferencia: historia es el relato de un testigo ocular; anales son el relato de lo pasado. Howatson ofrece la siguiente información: “Los primeros historiadores de Roma, los llamados historiadores senatoriales, Fabio Pictor, Cincio Alimento, Postumio Albino y C. Acilio, que escribieron en griego en la primera mitad del siglo II a.C., debían muy poco a los anales, y seguían en realidad la tradición de la historiografía griega helenística. Catón el Censor, que escribió su historia de Roma, los Orígenes, en esta época, continuaba también la tradición griega, aunque escribiera en latín. Bajo su influencia, los viejos analistas Casio Hémina y Calpurnio Pisón hicieron la primera reconstrucción sistemática de la historia de Roma basada en documentos, en la segunda mitad del siglo II a.C. Luego P. Mucio Escévola (m. c. 115 a.C.), pontifex maximus en 130, puso fin a la exposición por años del contenido de los anales y autorizó su publicación, en ochenta libros, desde los tiempos más antiguos hasta su época, utilizándose para el período de los reyes especulaciones legendarias, y para la primera época de la república una reconstrucción de los hechos a la luz de la tradición. La disposición de esta obra histórica determinó la forma adoptada por todos los historiadores romanos posteriores, incluidos aquellos que, como Valerio Antias y Claudio Cuadrigario, desarrollaron sus relaciones en un estilo retórico. Pocos historiadores, como Licinio Macer y Elio Tuberón, parecen haber comprobado su material, y la mayoría de los escritores de anales, como Livio, aceptaron tanto la forma narrativa como el contenido de sus fuentes”. (DILIC)

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